sábado, 7 de noviembre de 2015

NICOLAS DE CUSA

LA MENTE HUMANA COMO «IMAGEN DE LA MENTE DIVINA» EN NICOLÁS DE CUSA

mente rompecabezasA Nicolás de Cusa (1401-1464) se le ha señalado como un portero de la modernidad o el autor del declinar del Medioevo. Ángel Luis González de la Universidad de Navarra escribió un cuidadoso artículo sobre la mente y el conocimiento en el pensamiento de Nicolás de Cusa, para quien representa junto a otros autores un productivo «interludio de las épocas».
En su obra «La mente», Nicolás de Cusa subraya, que mente procede de «mens» es decir de medir. «La mente es aquello que es término y medida de todas las cosas». Para el Cusano, «conocer es medir y discernir», de allí que también considere que la mente es una substancia viva «mens est viva substancia», lo que equivale a decir en el pensamiento cusánico que la mente vivifica el cuerpo y crea visiones intelectuales por su fuerza asimiladora «vis assimilativa».
Nicolás de Cusa concibe al ser humano como «microcosmos», pues por estar dotado de mente, y posibilidad de conocer contrae en sí mismo todas las cosas, y refleja en su mente las imágenes de todas las cosas. El ser humano al «contemplarse a sí mismo» como capaz de «conocer» asimila todo con los sentidos, con la razón y con el intelecto. En su breve obra «De ludo globi» (El juego de la pelota), afirma que el hombre es microcosmos, es decir un «pequeño mundo humano», y así como el mundo tiene su alma «anima mundi», así también el hombre tiene su alma. El ser humano, añade el Cusano, al reunir en sí mismo atributos que se encuentran por separado en otros seres, es una representación finita de la «coincidentia oppositorum» divina.
En su obra «La mente», que forma parte de los «Idiotae libri», Nicolás de Cusa también considera a la mente humana como «imago Dei», es decir como la imagen de «Dios» y por consiguiente imagen de la misma «mente divina», pues la mente del ser humano es la primera imagen de la divina complicación (síntesis) que complica todas sus imágenes en su simplicidad y en su capacidad de complicación. «Dios» es «omnia complicans», la complicación (síntesis) de las complicaciones, pues contiene todas las cosas en cuanto que Él es la causa de todas las cosas, y la mente humana que es la imagen de «Dios» es la complicación de las complicaciones.
Lo que hace relevante a la mente humana, para el Cusano, es que por encima de cualquier cosa es «imagen pura de la eternidad», pues la mente absoluta del Absoluto, Dios, es la verdad de todas las cosas, y la mente del hombre es la asimilación de todas las cosas por su propia capacidad de conocer, concebir, discernir, valorar, y recrear la realidad que ella misma no crea.
La mente es una imagen que se conoce y reconoce a sí misma como imagen: ese reconocimiento lleva consigo que en último término esté siempre inquieta en un impulso connatural hacia su modelo, hacia su Verdad, hacia el Absoluto que la ha creado, hacia la sabiduría eterna. Por consiguiente, la mente también es «Capax Dei» (capaz de Dios), pues trata de alcanzar la Sabiduría sempiterna que la haga comprender y comprenderse a sí misma como posibilidad de trascendencia por ser ella misma imagen y reflejo de infinitud.

ELMAR SALMANN - BENEDICTINO - MISTICA - TEOLOGIA

«LA ESPIRITUALIDAD COMO POSIBILIDAD DE ESTAR A LA ALTURA DE SÍ MISMO, DEL MUNDO Y DE ‘DIOS’»

Citaciones tomadas de Salmann E., «Sciencia e spiritualità. Affinità elettive», EDB, Bologna 2009. Traducción del Italiano por Leandro Posadas
P. Elmar Salmann o.s.b
P. Elmar Salmann o.s.b
El monje benedictino y brillante teólogo alemán, Elmar Salmann, nos presenta en una breve obra: «Sciencia e spiritualità. Affinità elettive», Bologna 2009, algunos esbozos sugestivos acerca del espíritu del ser humano cuando logra entrar en relación consigo mismo, con el mundo, y con ‘Dios’, por medio de la practica espiritual e intelectual.
Según E. Salmann, nuestro tiempo está gobernado por un insólito «pathos» por el infinito: «queremos todo, y ese todo en modo infinito». Deseamos ser totalmente comprendidos, aceptados, valorados, y a la vez ser plenamente libres. Hemos dejado de lado la sabiduría y humildad de reconocer nuestros propios límites. Paradójicamente, la mayoría de las personas, afirma Salmann, no se aceptan a sí mismas, justamente porque no sé conocen en lo absoluto. Podríamos afirmar que el gran problema del ser humano de hoy es el total desconocimiento de sí mismo, el cual tiene como consecuencia la falta de madurez y de adultez; la incapacidad de «estar en nosotros mismos», dignamente, ante el mundo que nos rodea. Para nuestro autor, la civilización occidental actual es una sociedad «infantilizada», fluctuante y vacilante, que no sabe decidir qué debe ser y hacer, y que como consecuencia «no testimonia la ‘vivivilidad’ y amabilidad de la vida».

La invitación del profesor Salmann, ante tal paisaje actual no es pesimista, por el contrario es una visión realista, pero a la vez esperanzadora sobre el ser humano. Pues al reconocer nuestros límites, nuestro poder ser y estar en el mundo, y especialmente nuestra impenetrable profundidad, podremos percatarnos -conscientemente- de nuestras posibilidades y capacidades, de modo ecuánime y acertado.

El Maestro budista No Ajahn Chah, en alguna de sus reflexiones afirmó: «Todo discurso que ignora la incertidumbre no es el discurso de un sabio», y nuestro autor en su pequeña obra «Sciencia e spiritualità. Affinità elettive», declara: «el ser humano no será jamás señor total de sí mismo, no se alcanzará jamás a sí mismo del todo», justamente, por el hecho de ser «impenetrable profundidad». El ser humano permanece «herida abierta» y al mismo tiempo, «cáliz abierto que se ofrece a un futuro que no está en sus manos poseer». 

Para E. Salmann, los seres humanos jamás alcanzaremos la comprensión de nosotros mismos. Dicha no comprensión es, paradójicamente, «una gracia grande, aunque difícil y fatigosa». Y añade, que aunque llegásemos a comprender todo «sabríamos muy poco acerca de qué cosa deberíamos hacer y realizar con tal conocimiento».


El ser humano y el mundo

Por lo cual, «cada uno debe infinitamente ejercitarse para estar en proporción con su propia profundidad y con su propia ‘altura’». ¿Cómo se realiza esa ejercitación según nuestro autor? 

En páginas anteriores de su citado libro, él hace referencia a la filósofa francesa Simone Weil (1909-1943), quien en su obra «L’ombra e la grazia» expresa la exigencia de que «en las ciencias teológicas -y del «espíritu»-, no pueden existir imprecisiones o vagas aproximaciones, pues «el misterio» exige una precisión mucho mayor que la requerida por las matemáticas». La espiritualidad, para Simone Weil, es «escuela de atención, cuya ascesis se forja y se realiza en la ‘oración’».

Para el Padre Salmann, espiritualidad significa «Ser en el espíritu: fuerza y sentido exquisito del hacerse concreto de una vida, como también fuerza y sentido exquisito de saber tomar distancia; del poder ver con sentido crítico y discernimiento; fuerza del orden y del carisma libre, de la tradición y de la profecía; fuerza de la comunicación, del intercambio y de la soledad». «Espíritu» significa también el coraje para estar a la altura de la propia profundidad, de las propias intuiciones, de la propia ‘apuesta de vida’: de la propia vocación». 
¡Dichosos los que puedan tener junto todo lo anterior! pues estarán soberanamente preparados para iniciar «alguna cosa» consigo mismos y con el mundo, ya que se han desprendido, y han conquistado y encontrado su libertad. Podemos, afirma E., Salmann, y estamos autorizados y debemos corresponder en modo creativo con el mundo y con el «Otro/otro».

Hemos iniciado este breve artículo afirmando, junto al Padre Salmann, que el ser humano de nuestro tiempo está hambriento de «infinito». Nuestro autor nos ha delineado en modo espontáneo algunos matices que pueden ser de ayuda para ver con perspectivas amplias nuestro ser y estar en el mundo, y los aspectos, situaciones, personas, lugares, decisiones, intuiciones, que nos hacen seres «espirituales» inacabadamente en búsqueda.

Para el profesor Salmann la vida debe ser puesta, digna y modestamente «coram Deo», delante de una instancia que trasciende nuestros límites, una instancia «como lugar de articulación donde se puedan conservar las proporciones y las medidas de aquello que es eternamente infinito, con aquello que es contingentemente temporal».

 Instancia donde se contenga nuestro «yo occidental», atiborrado hoy en día de derechos, y al mismo tiempo contenga también la realidad que nos sobrepasa y nos afecta, pues queremos que ésta sea exclusivamente como deseamos que sea: fácil, segura, cómoda, sin dolor y sin sufrimiento. 

Instancia en la cual la verdad de la alabanza y de la pena se contengan; instancia en la cual el ‘hambre de infinito’ y la ‘realidad enjauladora’ sean posibilidad de un umbral abierto y amplio para una vida que es demasiado pequeña y corta, y al mismo tiempo demasiado grande y larga. La infinita y sempiterna sabiduría del cosmos nos ha donado dicha instancia. Para algunas culturas, pueblos y tradiciones es un ‘Dios personal’, para otros es una consciencia clara de que somos posibilidad de ‘divinización’ y liberación en y desde nosotros mismos. Oriente y Occidente se saludan en dicha instancia justamente cuando callan y permiten que el silencio nos transforme y nos purifique de tantos anhelos e ilusiones.



 P. Elmar Salmann, o.s.b., en el Ateneo Sant'Anselmo en Roma

P. Elmar Salmann, o.s.b., en el Ateneo Sant’Anselmo en Roma

Fui alumno por varios años del teólogo y monje benedictino alemán, Elmar Salmann, quien fue uno de los que me inspiraron, por medio de sus clases y conversaciones, a crear este espacio dedicado a la mística occidental y oriental. Recuerdo con profundo respeto y admiración al P. Salmann, quien, desde su brillante y audaz visión de la vida, de la teología, de la filosofía, del pensamiento occidental, y de los más variados temas, me incitó a no quedarme solamente con lo que los textos oficiales de la religión cristiana me ofrecían. 

Desde hace algunos años he descubierto y experimentado que sólo un camino profundamente espiritual regido por el silencio, la compasión, la austeridad, y metódicas prácticas ascéticas e intelectuales, puede llevarme a un real encuentro con “Aquél” que muchos, tanto en Oriente como en Occidente, llaman “Dios”. En dicha “Presencia” está la posibilidad de ir más allá de los deseos ilegítimos (disfrazados como legítimos) con que la vida nos ha engañado, o como decía Shankara, el fundador del Avadaita-Vedanta, “la vida nos ha hechizado”; y descubrir que podemos llegar a la “emancipación” sólo liberándonos de todo aquello que creemos nos hace “personas”. 

Al respecto, Elmar Salmann en su libro Passi e passaggi nel Cristianesimo. Piccola mistagogia verso il mondo della fede, nos ilustra acerca del mundo de hoy, y nos dice que nuestra época es una época de la privación de Dios: Dios no se verifica más en su actuar, en su entrar en acción como ocurre en la Biblia, de modo que no se le puede discernir de aquello que es mundano. Él se ha hecho anónimo, y teólogos como Balthasar y Rahner están de acuerdo con dicha afirmación. Tal situación constituye para los creyentes católicos, cristianos una gran dificultad. 
 
Nuestro mundo es un mundo sin estructura, afirma el autor en su libro, es decir no jerárquico, un mundo no caracterizado por diferencias esenciales, se vive, por decirlo así en la noche del agnosticismo, y lo más importante es que debemos acoger, aprehender, integrar dicha situación en modo completamente realístico: estamos todos huérfanos de Dios. Muchas veces la Iglesia católica en sus documentos oficiales parece no percibir la relación entre la gente y su fe, y piensa de modo anacrónico sobre el mundo y las relaciones entre los hombres: 

Dios no se manifiesta más como el omnipotente, padre eterno, no más como perspectiva central, no es más una réplica de Zeus, de un dios “pagano”, sino un Dios hecho palabra que lleva en su esencia trinitaria, según el autor, un amor maternal, paternal, filial: hoy en la Iglesia católica no han surgido desde este Dios revelado en la cruz, pobre, débil, mendicante, trinitario, caleidoscópico, paradójico, formas de representación eclesial: otra imagen de Dios en la institución es necesaria; la jerarquía eclesiástica, como ocurre en latinoamérica, está, la mayoría de las veces apoltronada, los superiores de nuestras comunidades viven ajenos a nuestra realidad social concreta: ¡Otra imagen de Dios es necesaria!

miércoles, 14 de octubre de 2015

History of Painting -

History of Painting


En el devenir de su historia, la pintura ha adoptado diferentes formas, según los distintos medios y técnicas que la han guiado y se han convertido en propios de cada una de ellas. Hasta el siglo XX, la pintura se apoya, casi invariablemente, en el arte del dibujo. En occidente, la pintura al fresco, que alcanzó su mayor grado de desarrollo a finales de la edad media y durante el renacimiento, se basa en la aplicación de pintura sobre yeso fresco o seco. Otra variedad antigua es la pintura al temple, que consiste en aplicar pigmentos en polvo mezclados con yema de huevo sobre una superficie preparada, que suele ser un lienzo sobre tabla.
Durante el renacimiento, la pintura al óleo vino a ocupar el lugar del fresco y del temple; tradicionalmente se pensaba que esta técnica había sido desarrollada a finales de la edad media por los hermanos flamencos Jan van Eyck y Hubert van Eyck, pero en la actualidad se cree que fue inventada mucho antes.

Otras técnicas de pintura son el esmalte, la encáustica, el gouache, la grisalla y la acuarela. En los últimos años se ha extendido el uso de las pinturas acrílicas, con base de agua, de rápido secado y que no se oscurecen con el paso del tiempo.

Con el transcurrir de los siglos, se han venido sucediendo diferentes métodos y estilos artísticos, así como teorías relacionadas con la finalidad del arte para, en algunos casos, reaparecer en épocas posteriores con alguna modificación. En el renacimiento, la pintura al fresco en muros y techos cedió el paso a la pintura de caballete al óleo, pero se reactualizó en el siglo XX con las obras de los muralistas mexicanos.

La necesidad de expresar una emoción intensa por medio del arte une a pintores tan diferentes como el español El Greco, del siglo XVI, y los expresionistas alemanes del siglo XX. En el polo opuesto de los intentos de los expresionistas por revelar la realidad interior, siempre ha habido pintores empeñados en representar exactamente los aspectos exteriores. El realismo y el simbolismo, la contención clásica y la pasión romántica, se han ido alternando a lo largo de la historia de la pintura, revelando afinidades e influencias significativas.

Pintura prehistórica y antigua

Las pinturas más antiguas que se conocen fueron realizadas en las paredes de las cuevas que servían de abrigo a la especie humana hace treinta mil años, durante el periodo paleolítico. Hay muestras del arte paleolítico en emplazamientos de Europa occidental, del África sahariana y del sur, y en Australia. En algunas zonas, como el litoral mediterráneo, el desarrollo de la pintura siguió en el periodo neolítico.

Pinturas rupestres
Las pinturas que se conservan en las cuevas de España y del sur de Francia representan, con increíble exactitud, bisontes, caballos y ciervos. Estas representaciones están realizadas en colores de tierra, compuestos de diferentes minerales pulverizados y mezclados con grasa animal, clara de huevo, extractos de plantas, cola de pescado, e incluso sangre; se aplicaban con pinceles hechos de varitas y juncos o se soplaban sobre la pared. Estas pinturas debieron cumplir un papel en los rituales mágicos, aunque no se conoce con certeza su naturaleza exacta.
Por ejemplo, en una pintura rupestre de Lascaux, Francia, aparece un hombre entre los animales junto a varios puntos oscuros; aunque su exacto significado permanece desconocido, demuestra la presencia de una conciencia espiritual y la capacidad de expresarla por medio de imágenes, signos y símbolos.

Pintura egipcia
Hace más de 5.000 años los artistas egipcios empezaron a pintar los muros de las tumbas de los faraones con representaciones mitológicas y escenas de las actividades cotidianas, como la caza, la pesca, la agricultura o la celebración de banquetes. Igual que en la escultura egipcia, prevalecen dos constantes estilísticas. En primer lugar, las imágenes, más conceptuales que realistas, presentan los rasgos anatómicos más característicos, combinando las vistas frontales y de perfil de la misma figura; en segundo lugar, la escala de las figuras indica la importancia de las mismas, y así el faraón aparece más alto que su consorte, hijos o cortesanos.

Pintura minoica
Los minoicos decoraron con pinturas realistas, de gran viveza, las paredes de sus palacios en Creta y también la cerámica. Por ejemplo, el famoso fresco del salto del toro (1500 antes de Cristo, Museo Heraklion, Creta) recrea un juego ritual entre personas y un toro. La vida del mar era un tema frecuente, como en el fresco del delfín (c. 1500 antes de Cristo), que se encuentra en las paredes del palacio del rey Minos en Knossos, o en el jarrón del pulpo (c. 1500 antes de Cristo, Heraklion Museum), una vasija globular sobre cuya superficie ondulan los tentáculos de un pulpo, que definen y realzan su forma.

Pintura griega
Con excepción de algunos fragmentos, no hay vestigios de los murales griegos. Sin embargo, las representaciones naturalistas de escenas mitológicas en la cerámica griega pueden arrojar alguna luz sobre cómo era esa pintura de gran formato. En la era helenística, las escenas y motivos representados en los mosaicos son también probablemente el eco de pinturas monumentales realizadas con otras técnicas que no han llegado hasta nosotros.

Pintura romana
Los romanos decoraban sus villas con suelos de mosaicos y exquisitos frescos representando rituales, mitos, paisajes, naturalezas muertas o bodegones, y escenas cotidianas. Los artistas romanos conseguían crear la ilusión de realidad, utilizando la técnica conocida como perspectiva aérea, mediante la que se representan de forma más borrosa los colores y contornos de los objetos más distantes para conseguir efectos espaciales. En las excavaciones realizadas en las ciudades de Pompeya y Herculano, que quedaron enterradas por la erupción del Vesubio en el año 79 de nuestra era, se ha recuperado una recopilación de pintura romana, tanto civil como religiosa.

Pintura paleocristiana y bizantina
Las muestras de pintura paleocristiana que han llegado hasta nosotros datan de los siglos III y IV y son los frescos de las catacumbas, en los que se representan escenas del Nuevo Testamento, cuya característica son ciertas estilizaciones y convencionalismos artísticos procedentes del mundo clásico. Por ejemplo, Jesús aparecía como el Buen Pastor, con una figura adoptada de las representaciones del dios griego Hermes; para simbolizar la resurrección se representaba la historia de Jonás liberado de la ballena, según el Antiguo Testamento.

Entre las obras más extraordinarias de este periodo paleocristiano se encuentran los mosaicos, del siglo VI, de las iglesias de Rávena, Italia, destacando los de San Vitale en los que están representados temas tanto espirituales como profanos. Las figuras estilizadas y alargadas que decoran las paredes de la iglesia, vistas casi de frente, miran al espectador con los ojos muy abiertos y parecen flotar ingrávidas y atemporales.

Esta presentación poco terrenal pasó a ser característica del arte bizantino y el estilo quedó vinculado a la corte imperial cristiana de Constantinopla, que perduró del año 330 al 1453. El estilo bizantino aparece también en los iconos, pinturas convencionales sobre tabla, destinadas al culto, que representan a Jesucristo, la Virgen y los santos. En los manuscritos miniados, tanto de textos laicos —los textos de Virgilio (siglo IV o principios del V, Biblioteca Vaticana, Roma)—, como de escritos cristianos —el Salterio de París (siglo X, Biblioteca Nacional, París)—, se aprecian vestigios del estilo grecorromano.

Pintura prehispánica en América
Las pinturas murales de Teotihuacán y las poblaciones vecinas de Tetitla y Tepentitla expresan la visión de la creación del universo según los antiguos mesoamericanos que poblaron esa zona situada en el norte y el centro de América, entre los siglos II antes de Cristo y VII después de Cristo La descripción del viaje que emprende el alma a través de lo que en conceptos cristianos se llamaría cielo e infierno refleja la inquietud respecto a la trascendencia del ser humano que no se conforma con su existencia terrenal. Alegorías de lo más preciado como el agua, la sangre, la vida, la serenidad, están reflejadas en los frescos dedicados a Tláloc, deidad de la lluvia, y al paraíso que ofrece cada vez que se prodiga.
Además de los códices, o escenas de la vida y la historia prehispánicas plasmadas en libros pintados, sobresalen las pinturas murales de Cacaxtla, en Tlaxcala, y de Bonampak, en Yucatán (México).

En ellas quedaron plasmadas vivas escenas bélicas y ceremoniales donde resalta el dramatismo del dolor y el orgullo del triunfo. El uso de los colores —como el fondo azul característico maya— y del detalle, en los innumerables giros y atributos de las vestimentas de los personajes que lucen excelsos penachos, armamentos, joyería, calzados, máscaras, sientan las bases de un pilar fundamental de la plástica americana. En un detalle de los frescos de Bonampak (785 después de Cristo) se ve a un prisionero desmayado sobre una escalinata en uno de los escorzos más logrados de la pintura antigua. Es digno de mención el hecho de que pasarían unos siglos hasta que las culturas de América tuvieran contacto con las europeas y, por tanto, se desarrollaron sin ninguna influencia extracontinental.

Pintura medieval
El arte de la edad media —que se desarrolló fuera del imperio bizantino y dentro de lo que eran las fronteras del norte del mundo romano— puede clasificarse según sus rasgos estilísticos distintivos. El arte celta, que floreció entre los siglos VII y XIX en los monasterios de diferentes zonas de las islas Británicas, se basaba sobre todo en intrincados dibujos caligráficos. Se realizaron manuscritos miniados muy decorados, como los Evangelios de Lindisfarne (c. 698-721, Museo Británico, Londres), con elaborados motivos lineales, planos, en los que se combinan elementos celtas y germánicos. En el periodo románico, durante los siglos XI y XII, los manuscritos del norte de Europa no denotaban ningún estilo concreto; algunas iluminaciones eran de inspiración clásica, mientras que otras señalaban un nuevo estilo de dibujo, enérgico y muy acusado. En el periodo gótico que siguió, desde fin del siglo XII hasta el comienzo del renacimiento italiano, se introdujo un gran repertorio de medios técnicos, y la pintura dejó de ser un producto de monasterio.

Pintura gótica
Durante el principio del periodo gótico, la estructura de las catedrales concedía mayor importancia a las ventanas, por lo que las vidrieras desempeñaron un papel más prominente en el arte que los manuscritos miniados. Los artistas laicos instalaron sus talleres en París y en otros centros importantes, produciendo elaborados manuscritos miniados para los clientes reales. Hasta nosotros han llegado pinturas de temas seglares realizadas en aquel periodo, sobre todo en Italia. En el Palazzo Pubblico de Siena, Ambrogio Lorenzetti pintó unos frescos, entre 1338 y 1339, que representan la vida ciudadana y campesina del siglo XIV, y en la sala del consejo del ayuntamiento, se conserva un retrato ecuestre, pintado por Simone Martini, en el que aparece un héroe militar local, con su campamento como telón de fondo. Véase Arte y arquitectura góticas.

Estilo gótico internacional
La fusión de las tradiciones artísticas del norte de Europa y de Italia que tuvieron lugar a principios del siglo XV, se conoce como estilo gótico internacional. Entre las muchas características que definen la pintura de este estilo, se encuentra el detalle realista, que denota una perspicaz observación de los seres humanos y de la naturaleza, por parte del pintor. A principios de la década de 1400, los hermanos Limbourg se trasladaron de Flandes a Francia; allí, por encargo de Jean de France, duque de Berry, crearon el magnífico libro de horas Tregraves riches heures du duc de Berry (1413-1416, Musée Condé, Chantilly, Francia).

Es una de las obras más importantes del estilo gótico internacional y sus páginas de calendario retratan la vida campesina y la de la nobleza; constituye un brillante documento sobre el vestido, actividades y arquitectura de la época. Aunque se trata de ilustraciones a toda página, reflejan un estilo medieval anterior, en el hecho de que las figuras son pequeñas y tienen que compartir la atención del lector con otras imágenes.

Giotto
Por contraste, unos cien años antes que los hermanos Limbourg, el pintor italiano Giotto había conferido a la figura humana un tamaño y dignidad monumentales, haciéndola protagonista de la historia. Con su obra revolucionó la pintura italiana y sus descubrimientos, junto con los de otros artistas, terminaron por afectar a la pintura en el norte. En la Capilla de la Arena, en Padua, se conservan los soberbios frescos pintados por Giotto, entre 1305 y 1306, sobre las vidas de Jesús y de la Virgen. El artista pintó también retablos de madera de gran formato, como otros muchos pintores del fin de la etapa medieval.

Pintura renacentista
El término renacimiento describe la revolución cultural de los siglos XV y XVI originada en Italia por el despertar del interés hacia la cultura clásica y por una fuerte confianza en el individualismo.  

Véase Arte y arquitectura renacentistas. Se seguía rindiendo culto a los logros de la antigüedad, pero al mismo tiempo se producía una reactivación intelectual y cultural. Por ejemplo, hacia 1427, Masaccio —uno de los grandes innovadores del periodo— realizó, en la capilla Brancacci de la iglesia de Santa Maria del Carmine, en Florencia, una notable serie de frescos que revelan su atenta observación del comportamiento humano, al tiempo que demuestran su conocimiento del arte antiguo.

En la Expulsión del paraíso, su Adán y Eva están realmente avergonzados; la postura de Eva, intentando cubrirse el cuerpo con los brazos, está basada en una actitud característica de la escultura clásica, conocida como la Venus Púdica.

Las iglesias y edificios seglares de Italia y los museos de todo el mundo ofrecen una gran recopilación de la pintura renacentista italiana.

Pintura renacentista temprana
El desarrollo de los principios de la perspectiva lineal, llevado a cabo por varios arquitectos y escultores a principios del siglo XV, permitió a los pintores conseguir, por medio de la representación bidimensional, la ilusión del espacio tridimensional.

 Muchos de los artistas del primer renacimiento —como Paolo Uccello, Piero Della Francesca y Andrea Mantegna— se valieron del empleo dramático de la perspectiva y del escorzo en su dibujo para producir la ilusión de la prolongación de un objeto o figura en el espacio. La exploración de la anatomía condujo a un mayor entendimiento de la representación de la forma humana. También se empezaba a utilizar la pintura al óleo, desafiando a la antigua supremacía del temple y del fresco. Los pintores que explotaban el potencial de la nueva técnica trabajaban superponiendo estratos de veladuras de óleo transparentes y los lienzos sustituyeron a las antiguas tablas. Algo más tarde, otros artistas, sobre todo los que trabajaban en Venecia —especialmente Domenico Veneziano, Giovanni Bellini y Giorgione— destacaron por los tonos cálidos de sus óleos.

Pintura del alto renacimiento
Los maestros del alto renacimiento fueron Leonardo da Vinci, Rafael, Miguel Ángel y Tiziano. Paradójicamente, Leonardo sólo dejó un puñado de obras, pues dedicó la mayor parte de su tiempo a la observación científica de los fenómenos y a los inventos técnicos. Realizaba continuos experimentos con pigmentos oleosos sobre yeso seco, y a ello se debe el deterioro de los murales que han llegado hasta nuestros días —como es el caso de La última cena (1495-1497, Santa Maria delle Grazie, Milán)—. Rafael perfeccionó los anteriores descubrimientos renacentistas en materia de color y de composición, creando tipos ideales en sus representaciones de la Virgen y del Niño y en sus estudios de retratos de sus coetáneos. La Capilla Sixtina del Vaticano, en Roma, con sus frescos de la Creación y la Expulsión en la bóveda (1508-1512) y el gran mural del Juicio Final (1536-1541), dan fe del genio pictórico de Miguel ángel. Un estilo de pintura colorista alcanzó su clímax en Venecia con las obras de Tiziano, cuyos retratos denotan un profundo conocimiento de la naturaleza humana. Entre sus obras maestras se incluyen también representaciones de temas cristianos y mitológicos, así como numerosos desnudos femeninos, famosos en su género.

Manierismo
Hacia 1520, surgió en Italia un estilo sofisticado y artificioso, muy intelectual, conocido como manierismo. Se confería más importancia a la complejidad y a la distorsión que a la armonía de las líneas, al color o a la composición; en el manierismo, hasta las pinturas religiosas resultaban inquietantes para el espectador. Entre los pintores de este estilo destacan Pontormo, Rosso Fiorentino, Parmigianino, Tintoretto y Bronzino. El más conocido de los manieristas tardíos es El Greco, que aunque formado en Italia, se estableció en España. Su manera, intensamente emocional, de abordar sus temas, confería un fuerte sentido apocalíptico a sus obras, hasta a los paisajes, como por ejemplo su Vista de Toledo (c. 1600-1610, Metropolitan Museum of Art, Nueva York).

Pintura renacentista del norte de Europa
La influencia del renacimiento italiano alcanzó el norte de Europa a principios del siglo XV, pero esta renovación de la actividad artística y cultural no se basaba en la antiguuml;edad clásica, sino que estaba más bien marcada por un gran interés hacia los seres humanos y su entorno y a la meticulosa representación pictórica de los detalles naturales. Hablando en general, el interés por el arte antiguo y el conocimiento de la perspectiva lineal no se desarrollaron en el norte hasta el siglo XVI e, incluso entonces, no todos los artistas sacaban provecho de los descubrimientos hechos en Italia.

Uno de los pintores holandeses más importantes del siglo XV fue Jan van Eyck que, con la colaboración de su hermano Hubert, pintó el políptico del Retablo de Gante (terminado en 1432, Iglesia de San Bavón, Gante, Bélgica). En sus 24 paneles hay cientos de figuras, con una gran variedad de vegetación tan fielmente representada que se pueden identificar más de treinta especies de plantas. Entre los artistas flamencos de la época destacan Rogier van der Weyden, cuyas pinturas religiosas se centran en el drama emocional; Hans Memling, creador de figuras delicadas y llenas de gracia sobre fondos etéreos; y Hugo van der Goes, que, por encargo de la familia Portinari, pintó un soberbio retablo (c. 1476, Uffizi, Florencia) con gran riqueza de detalles. Todos estos artistas se caracterizaban por el uso de símbolos, o iconografía. El significado de los objetos no estaba en sí mismos sino que transmitían ideas abstractas; por ejemplo, una vasija de cristal simbolizaba pureza.

En la Europa nórdica de entonces se entendía poco la perspectiva lineal; sin embargo, los logros de la pintura flamenca y holandesa en las técnicas del temple y del óleo no han sido superados.

"El martirio", Jean Fouquet
El pintor francés más importante de la época fue Jean Fouquet, notable retratista y miniaturista, cuya obra denota la influencia tanto del anterior arte flamenco como de la pintura italiana contemporánea. La visita que realizó a Italia en la década de 1440 queda patente en la representación de una iglesia renacentista italiana en el fondo de uno de los cuerpos (c. 1450) de la obra devocional conocida como Díptico de Melun. Una de las tablas se encuentra en los Staatliche Museen de Berlín y la otra en los Musées Royaux des Beaux-Arts de Amberes, Bélgica.

A principios de la década de 1500 surgieron obras maestras de pintores más interesados en el valor expresivo de sus temas que en la perspectiva, la anatomía y las proporciones correctas. Buen ejemplo de ello es el tríptico del Jardín de las delicias (c. 1500, Museo del Prado, Madrid), del pintor holandés El Bosco; se trata de un conglomerado surrealista de formas humanas y animales, sensualmente sugestivas, y de extrañas plantas. Otro ejemplo de la exageración de la forma humana, característica del norte en el siglo XVI, es el Retablo de Isenheim (1512-c. 1515, Unterlinden Museum, Colmar, Francia), obra conmovedora del pintor alemán Matthias Grünewald. Por contraste, otro artista alemán Alberto Durero, el auténtico genio renacentista del norte, es conocido por su soberbia manera de representar la figura humana.

Durero era un humanista cristiano, cuya curiosidad científica era comparable a la de Leonardo, y se inspiraba en el filósofo holandés Erasmo de Rotterdam y en Martin Lutero, como queda patente en el grabado El caballero, la muerte y el diablo (1513) y en los cuadros gemelos de los Cuatro apóstoles (c. 1526, Alte Pinakothek, Munich), obras en las que demuestra sus notables cualidades como dibujante. Otro conocido artista, alemán de nacimiento, fue Hans Holbein el Joven, recordado sobre todo por sus retratos, entre los que destacan el de Enrique VIII y el de Tomás Moro.

Entre los pintores holandeses del siglo XVI sobresale Pieter Brueghel el Viejo, con sus notables escenas de la vida campesina, muchas de las cuales son comentarios satíricos sobre la locura humana. Las atractivas obras de Brueghel sobre mitos, parábolas y proverbios eran tan apreciadas en el siglo XVI como lo siguen siendo en la actualidad.

Pintura barroca
El arte barroco del siglo XVII se caracteriza por su aspecto dinámico, en contraste con el estilo clásico, relativamente estático, del renacimiento. Esta tendencia se distingue por las líneas compositivas diagonales, que proporcionan el sentido del movimiento, y por el empleo de un marcado claroscuro. Con ambas técnicas se consiguió un estilo dramático, grandioso, apropiado al espíritu fundamental de la contrarreforma. Muchos pintores de principios del siglo XVII empezaron también a desviarse de la artificialidad del manierismo en un intento por volver a un reflejo más exacto del mundo natural.

Pintura rococó
El arte rococó, que floreció en Francia y en Alemania a principios del siglo XVIII, era en muchos aspectos una continuación del barroco, sobre todo en lo concerniente al uso de la luz y de la sombra y al movimiento compositivo.

Sin embargo, el rococó es un estilo más ligero y festivo, muy adecuado para la decoración de las residencias parisinas. Entre los pintores rococó destaca Jean Antoine Watteau, conocido por sus pinturas etéreas de enamorados elegantemente vestidos, solazándose en las fetes galantes (reuniones al aire libre, que estaban de moda); estas fantasías bucólicas fueron muy emuladas por otros artistas franceses.

También eran muy populares las escenas mitológicas y pastorales, en las que aparecían mujeres desenfadadas y distinguidas, realizadas por Francois Boucher y Jean-Honoré Fragonard.

Por su parte, J. B. S. Chardin, también destacado como pintor de bodegones, confería a las mujeres el papel de madre y de ama de casa en sus escenas de género. Como ejemplo del estilo rococó en Alemania está la obra del pintor italiano Giovanni Battista Tiepolo, que pasó algún tiempo en Wurzburgo; los techos de la sala de la escalera y del salón de recepciones del palacio episcopal de Wurzburgo están decorados con sus frescos de gran ilusionismo.

Como parangón a la tradición rococó del continente, se encuentran las obras de tres destacados artistas ingleses del siglo XVIII. William Hogarth era conocido por sus cuadros y grabados de tono moralizante, en los que satirizaba los disparates sociales de su época, como en su famosa serie (primero pintada y después grabada) Mariage agrave; la mode (1745), en la que relata la ruinosa trayectoria de los matrimonios de conveniencia.
Thomas Gainsborough y Sir Joshua Reynolds, siguiendo la tradición establecida por van Dyck, se centraron en retratar a la aristocracia inglesa.

El vigor y la gracia de estos retratos, y su penetrante interpretación psicológica, los elevan del simple retrato social a un incomparable registro de las modas y costumbres de las clases adineradas de la época.

Pintura neoclásica
En la segunda mitad del siglo XVIII la pintura experimentó una revolución, cuando el casto neoclasicismo vino a sustituir al exuberante estilo rococó. Este resurgimiento clásico en las artes se debió a diferentes acontecimientos. En primer lugar, a mediados del siglo XVIII, se iniciaron muchas excavaciones arqueológicas en Italia y en Grecia y se publicaron libros con dibujos de antiguas construcciones que los arquitectos ingleses y franceses copiaron con avidez. En segundo lugar, en 1755, el historiador del arte alemán Johann Joachim Winckelmann publicó su ensayo Pensamientos sobre la imitación de las obras griegas en la pintura y la escultura, ensalzando la escultura griega. Esta obra, que ejerció gran influencia sobre los artistas, impresionó sobre todo a cuatro pintores extranjeros residentes en Roma: el escocés Gavin Hamilton, el alemán Anton Raphael Mengs, la suiza Angelika Kauffmann y el estadounidense Benjamin West, que se inspiraron en ella para crear cuadros basados en la literatura clásica.

Horacios_Juramento
El juramento de los Horacios (1784-1785, Louvre) de Jacques-Louis David.
Fue, sin embargo, el pintor francés Jacques-Louis David el principal defensor del neoclasicismo. También él estaba imbuido de las influencias clásicas recibidas durante su estancia en Roma, y con anterioridad, de las obras del clasicista francés del siglo XVII, Poussin. El sobrio estilo de David armonizaba con los ideales de la Revolución Francesa. Obras como El juramento de los Horacios (1784-1785, Louvre) inspiraban patriotismo; otras, como la Muerte de Sócrates (1787, Metropolitan Museum), predicaban el estoicismo y la abnegación. David no sólo utilizaba la historia antigua y el mito clásico como fuentes para sus temas, sino que basaba la forma de sus figuras en la escultura antigua.

Su gran sucesor fue Jean Auguste Dominique Ingres, a quien se llegó a identificar con la tradición académica en Francia por la fría serenidad de sus líneas y tonos, y por su esmerado interés por el detalle, como en su sorprendente retrato de La condesa de Haussonville (1845, colección Frick, Nueva York). Sin embargo, ya se encuentran elementos de la tendencia romántica, que pronto sucedería al neoclasicismo, en el interés que Ingres mostraba por los temas no-europeos, como lo demuestran sus diferentes cuadros de odaliscas.

David ejerció su influencia sobre muchos otros pintores, entre los que se encontraban varias mujeres que destacaban como seguidoras suyas. Era el caso de Adélaiuml;de Labille-Guiard, Marie Guillemine Benoist y Constance Marie Charpentier, algunas de cuyas obras han sido erróneamente atribuidas a David en el pasado; las investigaciones recientes han tratado de identificar sus contribuciones individuales. Véase Neoclasicismo.

Pintura romántica
Sucediendo muy de cerca al neoclasicismo, el movimiento romántico introdujo el gusto por lo medieval y lo misterioso, así como el amor por lo pintoresco y lo sublime de la naturaleza. Se dio rienda suelta a la imaginación individual y a la expresión de la emoción y del estado de ánimo, desbancando al enfoque intelectual razonado de los neoclasicistas. En general, los pintores románticos preferían las técnicas coloristas y pictoricistas al estilo neoclásico, lineal y frío.

Francisco de Goya
Aunque el romanticismo fue el movimiento dominante durante buena parte del siglo XIX, existían otras tendencias artísticas del todo diferentes, y muchos pintores no abrazaron ninguna escuela claramente definida.

Por ejemplo, no se puede relacionar a Francisco de Goya con ningún movimiento artístico concreto. Sus obras tempranas son de un estilo rococó modificado y sus últimos trabajos (entre los que se cuentan las Pinturas negras (Museo del Prado) realizadas en su casa de la Quinta del Sordo) son expresionistas y alucinatorias. En algunos retratos de la familia real —por ejemplo La familia de Carlos IV (1800, Museo del Prado, Madrid)— emuló la fórmula de su compatriota Velázquez (en Las Meninas) incluyéndose ante el caballete. Pero, al revés que la obra de Velázquez, los retratos de Goya no son nunca objetivos; su perspicacia psicológica revela la insulsez de sus modelos y su brillante pincelada recoge sin rodeos sus defectos físicos.

Realismo
Hacia mediados del siglo XIX, el pintor francés Gustave Courbet rechazaba tanto el neoclasicismo como el romanticismo y proclamaba un movimiento individual llamado realismo.

No le interesaba la pintura histórica, ni los retratos de los gobernantes, ni los temas exóticos, pues creía que el artista debía ser realista y pintar los acontecimientos cotidianos de la gente común. El entorno elegido para muchos de sus lienzos fue Ornan, su villa natal en el levante francés; allí retrató a obreros construyendo una carretera, a ciudadanos asistiendo a un funeral, o a hombres sentados alrededor de la mesa escuchando música y fumando. Aunque no existía ningún movimiento artístico realista formal, la obra de algunos pintores del siglo XIX presenta tendencias que pudieran ser identificadas como tales. Honoré Daumier, más conocido por sus litografías, pintó pequeños lienzos realistas sobre la vida en las calles de París y en algunos casos se tacha de social-realista a Jean-Franccedil;ois Millet, de la Escuela de Barbizon.

Desarrollo del impresionismo
Al volver sus ojos hacia los temas cotidianos, los artistas de mediados del siglo XIX cuya obra es adscribible al realismo sentaron un precedente para la siguiente generación de la vanguardia francesa. édouard Manet fue el principal innovador de la década de 1860 y su estilo fue precursor del impresionismo.

Al igual que Courbet, Manet encontró muchos de sus temas en la vida que le rodeaba (los parisinos solazándose en restaurantes, en parques, o paseando en barco), aunque también tomó muchos de maestros anteriores —Velázquez y Goya— recreándolos de acuerdo con la vida contemporánea, a su propio estilo, aplanando las figuras y neutralizando las expresiones emocionales. Estas y otras innovaciones, como su pincelada libre e imprecisa y sus amplios parches de color yuxtapuestos sin transición, hacen que se considere a Manet el primer pintor moderno.

Movimientos post-impresionistas
En la década de 1880, y durante un breve periodo, Pissarro se desvió hacia una nueva técnica, una ramificación del impresionismo desarrollada por Georges Seurat y conocida como divisionismo o puntillismo. Seurat y sus seguidores neoimpresionistas transformaron la pincelada suelta, típica del impresionismo, en puntitos de pigmento puro, yuxtaponiendo sobre el lienzo zonas diminutas de colores complementarios. Las teorías de Seurat procedían de sus lecturas de los textos estéticos y científicos del siglo XIX sobre el color. Esta técnica se aprecia perfectamente en una de sus obras más espectaculares, Domingo de verano en la isla de la Grande Jatte (1884-1886, Art Institute of Chicago).

Las obras tempranas de tres importantes artistas de finales del siglo XIX, Vincent van Gogh, Paul Gauguin y Henri Toulouse-Lautrec, denotaban la influencia del impresionismo, pero acabaron por desarrollar estilos postimpresionistas claramente definidos. Tanto van Gogh como Pissarro hicieron breves experimentos con la división del color. Sin embargo, en el estilo desarrollado por van Gogh era típico el empleo del color puro, aplicado muy denso en pinceladas vacilantes que dotaban a la obra de intensa expresión emocional. Muchos de sus lienzos, en especial los de cipreses azotados por el viento y los de campos de trigo bajo cielos tormentosos, expresan su propio estado de ánimo, tal como lo reflejan las fuerzas de la naturaleza. El estilo de van Gogh ejerció gran influencia sobre los pintores del norte de Europa que, a principios del siglo XX, desarrollaron el expresionismo.

"El cuarto de Arles", Vincent van Gogh
La obra de su colega Gauguin refleja también distorsiones de línea y de color pero difiere de la suya en que es más simbólica que expresionista. Las zonas de colores mates fuertes forman motivos decorativos, con los contornos muy marcados. Gauguin fue la figura central de un nuevo movimiento conocido como sintetismo o simbolismo, activo durante la década de 1890, cuyos inmediatos seguidores formaban el grupo de los Nabis.

Otro camino tomó Toulouse-Lautrec, pintor de personas, que elegía a sus modelos entre las cantantes y bailarinas de cabaret y las prostitutas; estas figuras eran la expresión de la decadencia social del París de los llamados "Alegres Noventa". Como muchos otros artistas —Manet, Degas o la estadounidense Mary Cassatt— estaba influido por el estilo plano y la composición en apariencia descuidada de los grabados japoneses. Toulouse-Lautrec tenía un gran sentido de la línea, apreciable en sus dibujos y litografías de color, medio éste al que aportó mucho de su trabajo, sobre todo con sus carteles para el Moulin Rouge y otros lugares de esparcimiento parisinos.

Pintura del siglo XX anterior a la II Guerra Mundial
El arte del siglo XX se caracteriza por numerosos movimientos y estilos. Entre los que tuvieron su origen en Europa antes de la II Guerra Mundial se encuentran el fauvismo, el expresionismo, el cubismo, el futurismo, el constructivismo, el neo-plasticismo, el dadá y el surrealismo; en Estados Unidos se desarrollaron el sincronismo y el precisionismo. Véase Arte y arquitectura contemporáneas.

Fauvismo
A principios de siglo, los artistas, tanto franceses como alemanes, mostraron su interés por el arte de las sociedades no-occidentales. Después de investigar las llamadas tradiciones artísticas primitivas en Bretaña, Gauguin trasladó su búsqueda a los mares del sur. Su modelo de color decorativo y sus teorías influyeron sobre un grupo posterior de pintores, conocidos como los "fauves" (fieras), a la cabeza de los cuales estaba Henri Matisse. Otros "fauves" conocidos fueron André Derain, Georges Braque y Maurice de Vlaminck, que presumían de ser los primeros artistas europeos en descubrir la escultura africana.

Expresionismo
La obra de los artistas más preocupados por plasmar sentimientos y respuestas subjetivos, por medio de la distorsión de la línea y del color, que por representar fielmente la realidad externa, se fundió en un movimiento conocido como expresionismo.
En Alemania, el movimiento abarcaba dos grupos. Los artistas jóvenes, activos entre 1905 y 1913, que componían el grupo Die Bruuml;cke estaban, como los fauves, inspirados en el arte africano, cuya fuerza y energía trasladaban a su propia obra. El grupo estaba formado por Ernst Ludwig Kirchner, Karl Schmidt-Rottluff, Erich Heckel y Emil Nolde, entre otros. Representaban los sufrimientos de la humanidad con un estilo parecido, en cierto modo, al fauvismo, pero con el ingrediente añadido de la angustia. La obra temprana del noruego Edvard Munch, de gran carga emocional, era bien conocida en Alemania y produjo honda impresión en los artistas de Die Bruuml;cke.

Algo más tarde, en 1911, Franz Marc y el artista nacido en Rusia Wassily Kandinsky encabezaron la otra fase del expresionismo alemán, por medio del grupo Der Blaue Reiter, en Munich; se inspiraban en el llamado arte primitivo, en el fauvismo, y en el arte popular, y la modalidad expresionista que practicaban evolucionó hacia una forma de pintar semi-abstracta.

Los principales componentes del Blaue Reiter eran August Macke, Gabriele Muuml;nter, Paul Klee y Alexey von Jawlensky. En esos años, el uruguayo Pedro Figari produce su obra neo impresionista en su país, en Buenos Aires y París.

Cubismo
Entre 1907 y 1914, Pablo Picasso y Georges Braque desarrollaron el cubismo en París, inspirándose en la forma, cada vez más geométrica, que tenía Cézanne de representar los paisajes y las naturalezas muertas, y en las formas dinámicas de la escultura africana e ibérica.
El cubismo llegó a ser el estilo artístico que más influencia ejerció entodo el siglo XX; se basa en poner de relieve la bidimensionalidad del plano pictórico, rechazando los valores tradicionales de perspectiva, escorzo, modelado y claroscuro. La pintura cubista atravesó diferentes fases, entre las manos de Picasso y Braque inicialmente, y más tarde las de Fernand Léger, Robert Delaunay, Sonia Delaunay y Juan Gris, para ser modificado posteriormente por un grupo de artistas italianos entre los que se encontraban Gino Severini, Umberto Boccioni, Carlo Carragrave; y Giacomo Balla.
El cubismo en América Latina tiene, entre otros representantes, al cubano Wifredo Lam y al mexicano Diego Rivera en su obra de caballete. Su intención de expresar en el arte el avance dinámico del siglo XX se conoce como futurismo. En los años 1930 se da a conocer el uruguayo Joaquín García Torres, precursor del arte constructivo.
Pintura abstracta
El arte abstracto, que abarca varios estilos bien definidos, empezó a desarrollarse en Alemania, Estados Unidos, Rusia y los Países Bajos durante la segunda década del siglo XX.
El cubismo fue crucial para su evolución, sobre todo en Rusia, donde los artistas, que conocían las tendencias francesas, bien a través de sus viajes a París, o viendo el arte de vanguardia en las colecciones moscovitas, empezaron a crear cuadros de construcción geométrica. Kazimir Maliévich llamó suprematismo a su manera de abordar la abstracción, mientras que a otros artistas rusos —como Alexander Rodchenko y El Lissitzky— se les conoció como constructivistas.
Después de su contacto con el cubismo, Piet Mondrian desarrolló una forma de abstracción llamada neo-plasticismo. Sus pinturas de cuadrículas, poniendo de relieve la bidimensionalidad del plano pictórico, y sus teorías estéticas fueron la base del desarrollo de la abstracción geométrica en Estados Unidos en la década de 1930. En esta última tendencia destaca en América Latina el italo-brasileño Alfredo Volpi, cuyo trabajo desemboca en una geometría sensible, con trazos menos exactos y más imaginativos.
Dadá
Durante la I Guerra Mundial un grupo de intelectuales suizos, unidos por su repugnancia hacia los valores burgueses, y sobre todo hacia el militarismo de los años de guerra, eligió el vocablo "dadá", sin significado alguno, para describir sus actividades de protesta y repulsa y el arte con el que desafiaban los criterios estéticos establecidos.
El más conocido de los dadaístas era el pintor francés Marcel Duchamp, que expresó su desaprobación por el "arte agradable y atractivo" añadiendo bigote y barba a una reproducción de la Mona Lisa de Leonardo da Vinci. La iconoclastia de Duchamp encontró también expresión en lo que llamaba readymades, los objetos cotidianos que él presentaba como obras de arte. Otros dadaístas famosos fueron Francis Picabia, George Grosz y Max Ernst.
Surrealismo
"Bañista", Salvador Dalí
Los dadaístas aprovechaban el accidente y la oportunidad para crear obras, métodos que fueron adoptados por sus sucesores, los surrealistas.
En 1924 André Breton presentó un manifiesto dando el nombre de surrealismo al movimiento que proclamaba la superioridad del inconsciente y el papel de los sueños en la creación artística.
Los surrealistas más importantes fueron Ernst, Salvador Dalí, Joan Miró, René Magritte, Jean Arp y André Masson. En América Latina destaca el chileno Roberto Matta, que combina el surrealismo con la abstracción.
Por otra parte, se podría incluir a la mexicana Frida Kahlo dentro de una corriente surrealista influida por el arte popular.
A partir de la II Guerra Mundial, los artistas de todo el mundo han desempeñado un importantísimo papel en la creación de nuevos estilos o en el desarrollo de los ya existentes. Entre ellos se encuentran el expresionismo abstracto, el Op Art y el Pop Art, el fotorrealismo y el minimalismo.
Expresionismo abstracto
La presencia en Estados Unidos de muchos surrealistas europeos refugiados, fue sin duda el catalizador en la creación del expresionismo abstracto, movimiento centrado en Nueva York entre las décadas de 1940 y 1950. Su investigación del inconsciente y de las técnicas que hacían uso de la casualidad intrigó a Jackson Pollock, Willem de Kooning, Hans Hofmann, y muchos otros.
Estos artistas, partidarios del automatismo surrealista (una técnica similar a la escritura automática) y del expresionismo, eran conocidos como action painters. En manos de Pollock, por ejemplo, la técnica pictórica implicaba gotear colores sobre lienzos de gran formato para crear al azar motivos enérgicos.
Otros expresionistas abstractos, como Mark Rothko y Barnett Newman, desarrollaron la colour-field painting, aplicando sobre el lienzo grandes extensiones de color sutilmente modulado. En Argentina destaca Ronaldo de Juan, que más tarde optó por grandes cuadros de tonos grises.
Op Art y Pop Art
En la década de 1960 se iniciaron nuevos estilos y movimientos. Algunos pintores siguieron en la senda de la abstracción, como denota el Op Art de Victor Vasarely.
Si bien el Op Art se basa en producir ilusiones ópticas generalmente abstractas, el Pop Art es figurativo, como se aprecia en las divertidas obras de su creador, el artista inglés Richard Hamilton.
Los artistas Pop tomaban sus imágenes de los anuncios, de las películas, de las tiras cómicas y de los objetos cotidianos. Entre los más destacados artistas pop americanos se encuentran Robert Rauschenberg, Jasper Johns, Jim Dine, Roy Lichtenstein, Tom Wesselmann, James Rosenquist y Andy Warhol.
Nuevo Realismo
Las irónicas imágenes del Pop Art ayudaron a despejar el camino para un renacimiento de la pintura realista. El realismo es un estilo continuo, pero muy individualista, en el arte de América, y abarca a pintores tan dispares como Thomas Eakins, Sloan, Hopper, Andrew Wyeth y Fairfield Porter.
Los realistas que se destacaron en las décadas de 1970 y 1980 fueron aquellos que habían asumido algunos de los conceptos estéticos del arte abstracto. El fotorrealismo se basaba en la fotografía para conseguir una variedad de pintura realista impersonal, con detalles precisos, como en los meticulosos paisajes urbanos de Richard Estes.
Los desnudos rigurosamente estructurados de Philip Pearlstein y las composiciones planas de Alex Katz y Wayne Thiebaud conferían también al realismo un tono frío y abstracto. Mientras tanto, en América Latina empezaban a brillar figuras como el ecuatoriano Oswaldo Guayasamín, que acude a las aristas pronunciadas y a la deformación para expresar a menudo un contenido político.
Nuevas tendencias abstractas
Obra de Larry Poons
Después de la intensa subjetividad del expresionismo abstracto, la pintura abstracta se inclinó hacia una pureza formal más rigurosa e impersonal.
La culminación de esta tendencia fue el minimalismo, en el cual la pintura se reducía a simples formas geométricas, motivos rítmicos o colores lisos. A la cabeza de los minimalistas estaban Kenneth Noland, Larry Poons, Robert Ryman y Brice Marden. La Hard-edge abstraction fue un movimiento relacionado con el anterior, que evolucionó hacia composiciones abstractas más complejas y dinámicas en las obras de Frank Stella y Al Held.
Bajo la influencia de la máxima de Duchamp, según la cual la pintura debía estar "al servicio de la mente", el arte conceptual solía consistir en una sola palabra o en una afirmación teórica. En esta época destaca el uruguayo Nelson Ramos.
La pintura europea de la posguerra
Entre los pintores que destacaron después de la II Guerra Mundial se encontraba Jean Dubuffet y Karel Appel. En Inglaterra las agónicas figuras de Francis Bacon y los cuadros urbanos, llenos de lirismo, de David Hockney dan fe de la vitalidad de la pintura figurativa inglesa. En América Latina, el dibujante, pintor, moralista y escultor colombiano Fernando Botero empieza e exponer desde principios de la década de 1950. La factura ingeniosa de sus personajes obesos deja ver la influencia de los pintores italianos del quattrocento.
Neo-expresionismo
En la década de 1980 varios artistas jóvenes, europeos y americanos, se rebelaron contra la pureza formalista, impersonal y austera, de gran parte del arte abstracto. El resultado fue un resurgimiento de la pintura figurativa y narrativa llamado neo-expresionismo. Muchos de los seguidores de este movimiento evitaron la representación realista, empleando en su lugar pinceladas toscas y colores fuertes para plasmar sus visiones subjetivas, por lo general ambiguas y enigmáticas.

Fuente: Enciclopedia Encarta

viernes, 9 de octubre de 2015

'El cerebro del oficinista': el hombre que vivía con normalidad a pesar de tener un cerebro minúsculo

¿Puede un ser humano con un cerebro diminuto llevar una vida normal? Si planteáramos esta pregunta a un neurólogo, es probable que su respuesta estuviera en parte basada en un caso conocido como ‘El cerebro de un oficinista’, publicado en The Lancet en 2007 y recuperado ahora por la web ILFScience. En el artículo de la revista científica se hablaba del caso de un hombre francés que apenas tenía masa encefálica, pero que a pesar de ello podía desenvolverse con éxito en su existencia.

El oficinista al que se le dedicó tanta atención era un ciudadano francés de 44 años que acudió al hospital porque en las dos últimas semanas notaba una cierta debilidad en su pierna izquierda y un ligero mareo. Como los médicos no encontraban ningún problema muscular, decidieron someterle a un escáner cerebral. Y allí se llevaron una sorpresa mayúscula. En donde debía haber córtex, existía una enorme cantidad de líquido indeterminado.

A la izquierda, dos imágenes del cerebro del oficinista. A la derecha, un cerbro normal.A la izquierda, dos imágenes del cerebro del oficinista. A la derecha, un cerbro normal.


Tras interrogar al paciente, los doctores descubrieron que el hombre llevaba una vida de lo más normal. Era funcionario público y trabajaba en una oficina, estaba casado, tenía dos hijos, conducía y hablaba de una manera correcta. Para salir de dudas sobre su inteligencia, el equipo médico que le trató le pidió que pasara un test de inteligencia. El resultado fue de un cociente intelectual de 75, es decir, por debajo de la media (que es 100) pero no se podría decir que tuviera ningún tipo de retraso ni se le podría tachar de disminuido psíquico.

El paciente no se llevó ninguna sorpresa tras estos hallazgos. De pequeño le habían diagnosticado de hidrocefalia, y hasta los 14 años de edad tuvo en su cabeza instalada una válvula de derivación. Este tipo de aparatos permiten que el exceso de líquido cefalorraquídeo se drene a otra área del cuerpo. Cuando llegó la adolescencia, su doctor decidió quitársela y hasta 30 años después no había tenido ningún problema.

En el artículo de the Lancet no se aclara si el hombre dejó de tener problemas en su pierna o si supero el mareo. Otros médicos que descubrieron el caso, como el pediatra Max Muenke aseguraron en su momento que el cerebro del oficinista ‘no era compatible con la vida’. Tampoco se sabe si el hombre sigue viviendo o si sufrió algún otro problema de salud. Lo que sí que se sabe es que su vida, hasta el momento, ha sido de lo más satisfactoria.

miércoles, 7 de octubre de 2015

Aprender matematicas ? ...pues aprende MUSICA

Diversos estudios científicos han demostrado que la música, y más concretamente el aprender a tocar un instrumento, desarrolla la atención, la concentración, la memoria, la tolerancia, el autocontrol y la sensibilidad. Además favorece el aprendizaje de las lenguas, de las matemáticas, de la historia, de los valores estéticos y contribuye al desarrollo intelectual, afectivo, psicomotor físico y neurológico.

En concreto, el doctor Martin F. Gardiner, director de la Escuela de Música de Providence (Rhode Island, EE.UU) publicó un artículo en el que afirma que una educación musical y artística especialmente diseñada puede contribuir a mejoras espectaculares en otros campos de aprendizaje, como la lectura y en particular las matemáticas. En este artículo que publicaba El País, cuentan como en este experimento con niños de entre 5 y 7 años y en solo 7 meses aquellos alumnos que habían tenido malos resultados en la etapa preescolar y habían estado aprendiendo música, logran igualar la capacidad de lectura de los más aventajados y mejoraron su actitud y comportamiento y lo más sorprendente de todo lograban superarles en matemáticas.
como afirma  Iñigo Pirfano en su libro La Inteligencia Musical 
(Ed. Plataforma Editorial, 2013)  

“Los expertos en neurofisiología explican que la música es un ejercicio en el que participa todo el cerebro… demuestra por otra parte la importancia fundamental de la música, puesto que involucra, de manera admirable, a todos los elementos de nuestra mente y les hace entablar un diálogo: al hemisferio izquierdo con el derecho; requiere el concurso de la lógica y de la razón, pero también de los sentimientos.”
Las investigaciones que se han referido al efecto de la música sobre el cerebro infantil, han coincidido en que ésta provoca una activación de la corteza cerebral, específicamente las zonas frontal y occipital, implicadas en el procesamiento espaciotemporal.
musicaAsimismo al evaluar los efectos de la música a través de registros de electroencefalogramas, se ha encontrado que la música origina una actividad eléctrica cerebral tipo alfa. Todo lo anterior se traduce en lo siguiente: la música  provoca:
  • Aumento en la capacidad de memoria, atención y concentración de los niños.
  • Mejora la habilidad para resolver problemas matemáticos y de razonamiento complejos.
  • Es una manera de expresarse.
  • Introduce a los niños a los sonidos y significados de las palabras y fortalece el aprendizaje.
  • Brinda la oportunidad para que los niños interactúen entre sí y con los adultos.
  • Estimula la creatividad y la imaginación infantil.
  • Al combinarse con el baile, estimula los sentidos, el equilibrio, y el desarrollo muscular.
  • Provoca la evocación de recuerdos e imágenes con lo cual se enriquece el intelecto.
  • Estimula el desarrollo integral del niño, al actuar sobre todas las áreas del desarrollo.
Por desgracia, en nuestro sistema educativo la enseñanza musical es, en general, pobre y no va más allá de aprender a tocar la flauta y leer algunas notas en el pentagrama..
Para todos aquellos que no somos músicos, ni conocemos en detalle las grandes obras, pero que nos gustaría descubrirles a nuestros hijos ese universo increíble que es la música, la única manera que encontramos son las escuelas de música.
A finales del siglo XIX y comienzos del XX se produce un proceso de renovación pedagógica, provocando la aparición de numerosos métodos de enseñanzas. Este movimiento fue  general en todas las materias, por lo que numerosos pedagogos musicales se cuestionaron la forma tradicional de enseñar la música. Defendieron que la educación musical debía realizarse en las escuelas, en un ambiente de juego y confianza, desarrollando la creatividad. Así han ido surgiendo algunos métodos activos, así denominados por favorecer la participación del niño, que logran el conocimiento teórico a partir de la experimentación y la ciencia musical.
Por si os animáis aquí os presentamos algunos de los métodos de enseñanza musical más difundidos entre las escuelas de música de España.
1.- METODO SUZUKI: Basa su filosofía en la creencia de que todos los niños tienen talento para hacer aquello que se propongan. Si todos los niños son capaces de aprender correctamente su lengua materna, también son capaces de aprender el lenguaje musical.
Con este método, los niños empiezan a practicar música con 2-3 años. Se les pone música para escuchar, se les da un instrumento para investigar, para descubrir y cuando consiguen hacer un pequeño paso para imitar un sonido, se les motiva a continuar por ese camino.
Características: El método Suzuki concede una gran importancia al papel de los padres en el aprendizaje de su hijo. De hecho, se pide que cuando el niño es muy pequeño, el padre o la madre estén en clase con su hijo y el profesor, formando de esta manera el llamado “Triángulo Suzuki”.
clase_violinEste método nos pide una dedicación continua y sistemática. Un alumno que empieza debería tocar cada día acompañado de uno de sus padres durante 10-15 minutos aproximadamente.
El niño sigue dos tipos de lecciones: una individual y otra en grupo. En la lección individual se trabajan los elementos técnicos como la postura del cuerpo, el movimiento del arco (en los instrumentos de cuerda, como el violín o el violonchelo), la colocación de las manos (sobre el piano, sobre el violín,…). En las clases de grupo, el niño comparte la música con los otros niños, reforzando todo aquello que ha aprendido en la clase individual.
Las canciones y obras que los niños aprenden con el método Suzuki son muy atractivas, de forma que motivan al niño a aprender otras nuevas y así avanzar hacia obras más difíciles.
2.METODO DALCROZE: En este método el profesor construye su clase sobre la escucha, la práctica y la improvisación.
  • Escucha: Jaques-Dalcroze encontró maneras de hacer que los niños fueran comprendiendo la música  gracias a su audición en la clase teórica.
  • Práctica: La teoría sigue a la práctica. Una serie de ejercicios, que van desde lo que el niño conoce a lo que no conoce, lleva a los alumnos a comprender teóricamente un concepto gracias a haberlo escuchado y experimentado previamente.
  • Improvisación: En un primer nivel, es el profesor el que improvisa en clase a través del piano. En un segundo nivel, los estudiantes improvisan con el movimiento, con la canción y con los instrumentos.
El inconveniente de este método se presenta para aquellos que quieran “resultados rápidos”. El método Dalcroze tiene profundos efectos en la interpretación musical, pero no está orientado a ofrecer resultados visibles a corto plazo.
3.-METODO KODÁLI: Las principales características de este método son:
  • La música es una necesidad primaria de la vida.
  • Sólo la música de la mejor calidad es buen para la educación de los niños.
  • La educación musical empieza en el vientre materno.
  • La instrucción musical debe ser una parte de la educación general.
  • El oído, el ojo, la mano  y el corazón deben ser educados a la vez.
Se trabaja mucho con la canción. La coral sirve para convertir el aprendizaje de la música en algo útil y práctico para el niño. Kodály cree que el mejor sistema para desarrollar las aptitudes musicales es la voz, que es el instrumento más accesible a todos.
Se enseña música a través de las canciones por una razón: las canciones infantiles acostumbran a utilizar las mismas notas, los mismos ritmos, etc. Así, el niño se acostumbra a escuchar esas notas, esos ritmos y, en consecuencia, parte de la práctica para llegar después a la teoría.200213804-001
En este método se trabaja principalmente con la música tradicional del país natal del niño, pretendiendo que su aprendizaje sea paralelo al aprendizaje de la lengua materna del niño. Sólo cuando el niño domine esta música podrá introducirse material extranjero.
El inconveniente que tiene este método es que las canciones con las que se aprende son muy básicas y sencillas. Por eso, si nos decidimos por este método, es muy importante que el niño empiece a estudiar música de bien pequeñito. Si nuestro hijo ya tiene 11 años no querrá cantar “Cinco lobitos”, pero si se lo podemos pedir a un niño de 3 años, estará encantado.
4.- METODO ORFF
Con el método de Carl Orff se pretende enseñar los elementos musicales en su estado más primitivo. Los instrumentos utilizados en este método no requieren una técnica especial (como el violín o el piano). Así, hablamos de pies, manos, etc., o instrumentos básicos como el tambor o el triángulo. Se basa en los juegos de los niños y en aquello que el niño comprende y utiliza normalmente.
El método está muy relacionado con el lenguaje, ya que los ritmos se trabajan muchas veces con palabras. De ahí se deduce que también las palabras se pueden trabajar con los ritmos, y por lo tanto encontramos en este método una gran ayuda para el habla de nuestro hijo.
Se trabaja también con canciones populares, como hemos visto en el método Kodály, para que el niño practique con los elementos musicales más sencillos y pueda pasar después a aprender la teoría.
Un aspecto muy desarrollado por el método Orff es el del movimiento, pero se trata de un movimiento corporal básico, no de ballet. Así, estamos hablando de caminar, saltar o trotar al ritmo de la música.