domingo, 4 de septiembre de 2016

LINDISFARNE

El arte celta, que floreció entre los siglos VII y XIX en los monasterios de diferentes zonas de las islas Británicas, se basaba sobre todo en intrincados dibujos caligráficos. Se realizaron manuscritos miniados muy decorados, como los Evangelios de Lindisfarne (c. 698-721), con elaborados motivos lineales, planos, en los que se combinan elementos celtas y germánicos.







Aidano de Lindisfarne, Santo

Aidano de Lindisfarne, Santo
Aidano de Lindisfarne, Santo

Obispo

Martirologio Romano: En Lindisfarne, de Northumberland, san Aidano, obispo y abad, varón de suma mansedumbre, piedad y recto gobierno, que, llamado del monasterio de Iona por el rey Osvaldo, estableció allí su sede episcopal y un monasterio, para dedicarse con eficacia a la evangelización de aquel reino (651).

Fecha de canonización: Información no disponible, la antigüedad de los documentos y de las técnicas usadas para archivarlos, la acción del clima, y en muchas ocasiones del mismo ser humano, han impedido que tengamos esta concreta información el día de hoy. Si sabemos que fue canonizado antes de la creación de la Congregación para la causa de los Santos, y que su culto fue aprobado por el Obispo de Roma, el Papa.
Todo lo que se conoce de la figura de Aidano, monje, abad y obispo de Lindisfarne, muerto el año 651, está asociado a su obra como misionero en el reino de Northumbria, y puede hallarse tan sólo en las páginas que Beda le dedica es su Historia.

Oswald, reconquistará el trono de Northumbira en el año 633, luego de vivir su destierro como huésped del monasterio de Iona, donde además de ser bautizado, aprendió la lengua de los celtas y recibió una instrucción básica. Una vez en el trono decide evangelizar su reino, para lo que pide ayuda al monasterio en que conoció a Cristo, y tras el fracaso del primer misionero, Corman, es elegido Aidano.

En el año 635 es consagrado obispo, y con una pequeña comunidad de monjes se asienta en Lindisfarne, una isla del Mar del Norte a poca distancia de la costa, frente a la cual está la fortaleza de Bamburgh, residencia del rey.

La colaboración entre rey y el abad-obispo es maravillosa. El rey entrega en donación tierras y ayudas para fundar monasterios, oratorios y lugares de culto, y además acompaña a su obispo en los viajes por las distintas partes del país, y a menudo el rey se presta a hacer de traductor de la predicación de Aidano.

Beda, nos dice que Aidano «estaba particularmente dotado de la gracia de la discreción, que es la madre de las virtudes». Junto a esta gracia brillan en Aidano la mansedumbre, el sentido del deber, el celo incansable, la generosidad con los pobres y el gusto por la oración contemplativa hecha en la soledad, según la más canónica tradición del monaquismo céltico. Para practicarla solía retirarse a los inaccesibles acantilados de la islita de Inner Farne, más lejos de tierra firme. Es interesante observar que, además de la amabilidad y mansedumbre Aidano sabe encontrar la fuerza de hablar abiertamente y sin temor ante los ricos y poderosos que no cumplen con su deber. Logra alternar el ayuno y la participación, si se le invita, a los banquetes en el palacio del rey. No usa el dinero para comprar la protección de los poderosos; pero si lo tiene o lo recibe, lo emplea para los pobres, sobre todo para el rescate de los esclavos, que a menudo después, acogidos en sus monasterios, se convierten en discípulos suyos: algunos, educados e instruidos por él, llegan incluso al sacerdocio.

Beda, señala que el obispo solía moverse a pie, quizá por humildad, cabe deducir, que esto le daba la oportunidad de detenerse a hablar con las personas que se encontraba, si eran paganos, los exhortaba a la conversión, si se trataba de creyentes, le gustaba leer con ellos un pasaje de la Escritura al objeto de reforzar su fe.

En concordancia con todo un estilo de vida, Aidano exhala su último aliento es una especie de tienda apoyada a la pared lateral de una iglesia, no lejos de la fortaleza real de Bamburgh. Es el 31 de agosto del 651.
San Aidano de Lindisfarne, abad y obispo
fecha: 31 de agosto
†: 651 - país: Reino Unido (UK)
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
En Lindisfarne, en el territorio de Northumbria, san Aidano, obispo y abad, varón de suma mansedumbre, piedad y rectitud de gobierno, que desde el monasterio de Iona fue llamado por el rey Osvaldo a esta sede episcopal, donde fundó un monasterio, para atender eficazmente a la evangelización de aquel reino.

Cuando san Oswaldo ciñó la corona de Nortumbría el año 634, pidió a los monjes de Iona que enviasen a un obispo a predicar el Evangelio a sus súbditos. El primer misionero resultó un hombre rudo y austero, incapaz de hacer el bien a los paganos. Tuvo, pues, que regresar a su monasterio, donde echó la culpa de su fracaso a la rudeza e indocilidad de los ingleses. Los monjes reunieron un sínodo para deliberar acerca de lo que se debía hacer, San Aidano, que asistió al sínodo, dijo claramente al misionero que el culpable de su fracaso era él y no los ingleses, ya que se había mostrado duro y severo con los ignorantes, cuando hubiese debido alimentarles con la leche de una doctrina menos rigurosa hasta que fuesen capaces de digerir alimentos más sólidos. Los ojos de toda la asamblea se fijaron entonces en el orador, cuyas palabras estaban tan llenas de prudencia y le eligieron para la ardua misión.

Aidano era originario de Irlanda. Según se dice, había sido discípulo de san Senán en la isla de Scattery. Eso es todo lo que sabemos acerca de él, hasta que ingresó en el monasterio de Iona. El rey Oswaldo le acogió amablemente y le designó la isla de Lindisfarne como sede episcopal. San Beda habla con entusiasmo sobre la humildad y piedad de san Aidano. Quienes viajaban con él estaban obligados a emplear los ratos de descanso en la lectura de la Biblia y en aprender de memoria los Salmos. San Aidano viajaba siempre a pie. Su actitud mostraba claramente que no buscaba ni quería los bienes de este mundo, ya que distribuía entre los pobres cuantos regalos le hacían el rey y los nobles. Rara vez iba a comer con el monarca y, cuando lo hacía, iba acompañado de dos de sus clérigos y retornaba al trabajo lo más pronto posible. Beda menciona la libertad apostólica con que echaba en cara sus vicios a los grandes de este mundo y habla de la paz, caridad, continencia y demás virtudes que supo comunicar a los habitantes de aquella nación bárbara. «Era un obispo que amaba apasionadamente la bondad y que se distinguió por su mansedumbre y moderación. Estaba lleno de celo por la causa de Dios, aunque su ciencia no se hallaba a la altura de su celo...» (estas últimas palabras aluden al hecho de que san Aidano seguía la costumbre celta en lo referente a la fecha de la Pascua, etc.). Se necesitaba allí, precisamente, un hombre como san Aidano, pues Penda y Cadwallon habían destruido en gran parte la obra de san Paulino.

Los milagros del santo, de los que Beda relata tres, confirmaban su predicación. Y el mismo Beda, refiriéndose a la situación religiosa de la región treinta años después, da testimonio de la eficacia del apostolado de san Aidano: «Los monjes y clérigos eran acogidos con gran gozo en todas partes, como siervos de Dios. Quienes se topaban con ellos en los caminos, corrían a su encuentro y se inclinaban ante ellos, muy contentos de recibir su bendición y de encomendarse a sus oraciones. El pueblo prestaba gran atención a las exhortaciones de los sacerdotes y acudía con entusiasmo, los domingos, a oír la palabra de Dios en las iglesias y monasterios. Cuando un sacerdote llegaba a una población, los habitantes se reunían para escuchar la palabra de vida. Los clérigos sólo iban a los pueblos para predicar, visitar a los enfermos y atender a las almas. Y estaban tan libres de toda codicia, que jamás recibían tierras o posesiones para construir monasterios, sino por mandato de las autoridades seculares».

El centro de la actividad de san Aidano era la isla de Lindisfarne (actualmente Isla Santa), frente a la costa de Nortumbría, entre Berwick y Bamburgh. Ahí tenía su sede episcopal y fundó un monasterio al que impuso la regla de san Columkill. No sin razón, se ha llamado a la isla la Iona inglesa, pues de ahí partió el movimiento que venció al paganismo en Nortumbría y fue disipando, poco a poco, las costumbres bárbaras. Dom Gougaud cita a Lightfoot, quien dice que «el verdadero apóstol de Inglaterra no fue san Agustín sino san Aidano». Tal afirmación es verdadera por lo que se refiere al norte de Irlanda. San Aidano fue obispo durante diecisiete años. El más famoso de los dieciséis obispos que le sucedieron, fue san Cutberto; pero no fue éste ciertamente el único santo de la isla. San Aidano educó en su monasterio a doce jóvenes ingleses. Fue también infatigable su solicitud por los niños y los esclavos, y, con frecuencia, empleaba las limosnas que recibía en el rescate de estos últimos. El gran monarca san Oswaldo prestaba todo el apoyo posible al santo obispo. Lo mismo hizo su sucesor Oswino, quien fue asesinado en Gilling en 651. San Aidano murió once días después, en el castillo de Bamburgh, que solía emplear como centro misional. Falleció apoyado contra el muro de la iglesia. Fue sepultado en el cementerio de Lindisfarne. Cuando se construyó la iglesia de San Pedro, sus restos fueron trasladados al santuario. Sin duda que las reliquias del santo fueron trasladadas nuevamente cuando se evacuó la isla, en la época de las invasiones de los daneses.

Prácticamente todo lo que sabemos sobre san Aidano se reduce a lo que cuenta Beda en su Historia Eclesiástica. Las anotaciones de Plummer son importantes. Por lo que se refiere a los puntos relacionados con la arqueología, se hallarán muchos datos en la obra de Sir Henry Howorth, The Golden Days of the Early English Church, vol. I.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI





Lindisfarne the Beautiful.


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It’s hard to put the beauty of Lindisfarne into words. So here’s some pictures instead.
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